¡Hola a tod@s! En esta oportunidad quiero compartir con ustedes este texto. Niñ@s y papitos los invito a que lean juntos y reflexionen.
Bendiciones.
Clavos y Heridas
Cuenta la historia que había un niño
con muy mal carácter. Su padre le dio un saco de clavos y le dijo que clavara
uno en la cerca del jardín cada vez que perdiera la paciencia o se enfadara con
alguien…
El primer día clavó 37 clavos, pero durante
las siguientes semanas, se esforzó en controlarse y día a día la cantidad de
clavos que debía clavar, disminuyó. Había descubierto que era más fácil
controlarse que clavar clavos…
Finalmente, llegó un día en el que ya
no necesitó clavar más clavos y satisfecho fue a ver a su padre para decírselo…
Su padre lo felicitó pero le pidió
que, a partir de ese momento, quitara un clavo por cada día que no perdiera la
paciencia. Los días pasaron y finalmente el niño pudo decir a su padre que los
había quitado a todos…
El padre, llevó al niño hasta la
cerca y le dijo: Hijo mío, te has comportado muy bien, pero mira todos los
agujeros que han quedado… Esta cerca ya nunca será como antes. Lo mismo ocurre
con las personas. Cuando discutes con alguien y le dices palabras ofensivas, le
dejas una herida como ésta…
Puedes clavar una navaja a un hombre
y después retirarla, pero siempre quedará la herida. No importa las veces que
le pidas perdón, la herida permanecerá. Una herida provocada con la palabra,
hace tanto daño como una herida física.
Los amigos son joyas raras de
encontrar. Están listos para escucharte cuando tienes necesidad, te sostienen y
te abren su corazón. Enseña a tus amigos cómo los quieres…y mide tus palabras y
tus reacciones hacia ellos.